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“Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?’’. –Lucas 10, 25b
A pesar de que soy un católico practicante, admito que pasan semanas enteras sin que piense en la vida eterna. La vida actual es tan absorbente. ¿Quién tiene tiempo o espacio para contemplar lo “qué pasaría en el infinito’’? Lo práctico desplaza lo metafísico. La necesidad de preparar el almuerzo parece más imperativa que prepararse para la vida del mundo venidero.
Sin embargo, en el Evangelio llega un religioso profesional, que prueba a Jesús con una pregunta sobre la vida eterna. Ellos intercambian respuestas de libros de texto y están aparentemente de acuerdo en que el amor es la clave. Luego, Jesús arroja el libro de texto por la ventana, iniciando una historia que cambia los elementos del argumento por completo. Olvida las expresiones clásicas de lealtad a Dios y al prójimo. ¡Muestra misericordia a tu enemigo!
Las mandíbulas caen cada vez que Jesús enseña. Confunde nuestra piedad ligera y nuestra justicia autopromocionada. Jesús nos pide que amemos como Dios lo hace más allá de los lindos límites de nuestra zona de comodidad. ¡Seguir a Jesús es una aventura en el amor extremo!
Haz un dibujo de tu corazón. Incluye quién está dentro y quién está fuera. Dibuja el corazón de Dios alrededor del todo. Contempla esta imagen.
Debido a que El Evangelio en el hogar hace una pausa durante los meses del Verano, tomaremos nuestras reflexiones semanales de Para meditar las lecturas dominicales.
Imagen: Good News Productions International and College Press Publishing
