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Desde la niñez, muchos de nosotros hemos escuchado el dicho: “Eres lo que comes”. Desde un punto de vista estrictamente físico, entendemos que lo que comemos y bebemos es muy importante para nuestra salud. También podemos aplicar esto a otras cosas que consumimos. Los programas que vemos, los libros que leemos, los video juegos a los que jugamos, la música que escuchamos son cosas que afectan nuestra manera de pensar y la forma en que nos vemos a nosotros mismos, a los demás y al mundo. Parece que necesitamos cuidar nuestra dieta más allá de la comida y la bebida.
Luego, está la Eucaristía. El Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Lo consumimos en el pan y el vino, pero su efecto va más allá del sustento físico. Cuando el Cuerpo y la Sangre de Cristo se hace parte de nuestro cuerpo y sangre, somos alimentados y fortalecidos espiritualmente. Estamos llamados a ser lo que comemos, es decir, el Cuerpo de Cristo en el mundo. ¡Que siempre reconozcamos este don y llamado!
Preciosísimo Cuerpo y Sangre de Jesucristo, sálvanos a nosotros y al mundo entero. Amén.
Imagen: CorinneSIMON/CIRIC