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Un hombre bautista que a veces cantaba con el coro de nuestra parroquia dijo una vez: “En el cielo no hay confesiones”. Supongo que tiene razón. El amigo católico que le había invitado a unirse a nuestro coro señaló el sagrario y dijo: “Sí, pero nosotros tenemos a Jesús”.
Tenemos a Jesús (su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad) en la Eucaristía (ver CIC, 1374). En su Discurso del Pan de Vida (Juan 6, 22-59), Jesús casi nos golpea en la cabeza con el mensaje según el cual él es el “pan de vida” y comer este pan y creer en él es una puerta a la vida eterna. Lo hemos oído los dos últimos domingos y lo volvemos a oír este domingo. ¡Es un mensaje así de poderoso e importante!
Deseo compartir la eternidad con personas de todas las denominaciones. Pero ciertamente aprecio (y no puedo imaginarme vivir sin) la gracia y el alimento espiritual que recibo para esta vida cuando tomo a nuestro Señor Jesucristo (su cuerpo, sangre, alma y divinidad) y lo recibo en mi cuerpo en la Sagrada Comunión.
Pedimos para que usted y sus alumnos aprecien cada vez más el gran don de la Eucaristía.
Imagen: Ric Perezmont/Cathopic.com