¿No sería increíble que el cielo se abriera, descendiera el Espíritu Santo en forma de paloma y se escuchara una voz que dijera, “Tu eres mi hijo amado, en quien me complazco”? ¡Cuántos ánimos nos daría para realizar la misión de Dios en la tierra!
Aunque no es muy probable que estos acontecimientos sucedan en nuestros Bautismos, recibimos todas las gracias que el Hijo amado de Dios obtuvo para nosotros durante su vida, Muerte y Resurrección. Cuando recibimos la Sagrada Comunión, podemos imaginarnos que los cielos se abren y que Nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, viene a nosotros de manera física y espiritual por medio de su Cuerpo y su Sangre, su Alma y su Divinidad. ESTO debería animarnos a abrazar la misión de Dios y a llevarla a cabo con celo.
OREMOS: Dios bueno y misericordioso, al observar el tiempo de Navidad, ayúdanos a recordar todo lo que tu Hijo, Jesucristo, aporta a nuestras vidas. Al vivir nuestro llamado bautismal este año, que lo hagamos con una intención clara. Que tu Espíritu Santo nos inspire y nos de todo lo que necesitamos para compartir la Buena Nueva de tu gran amor con los demás. Amén.
Traducción: Erika De Urquidi
Imagen: Corinne SIMON/CIRIC