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“Que no haya en ustedes angustia ni miedo”. –Juan 14, 27
Jesús trae paz y nunca temor. ¿No es extraño, entonces, que la religión haya sido tan a menudo portadora de miedo y ansiedad para tantos? Obviamente no es Jesús quien produce el miedo. Las personas que se creen superiores y que hablan en su nombre son los causantes de esta situación.
Cuando era una persona más joven, recuerdo episodios en los que hice mal y lo sabía. En esos momentos, estaba convencido de que Dios ya no me amaría más porque estaba demasiado lejos de la perfección. ¡Imagínate si eso fuera cierto! Dios no amaría la mayor parte de la creación, la mayor parte de la historia humana, si la perfección fuera todo lo que podría ser amado. Gracias a Dios no es cierto. Dios nos ama aún en nuestro pecado.
¿Es posible vivir más allá del miedo, en nuestro camino con Dios? ¿Podemos dejar de tratar a Dios como un árbitro que está amonestando cada movimiento que hacemos? Dios es más como el amigo que nos ayuda a estacionarnos en paralelo junto a la acera: un poco más a la derecha, es suficiente, está bien.
¿Quién o qué te ha dado una guía valiosa en el camino?
¿Cómo compartes lo que sabes?
Debido a que El Evangelio en el hogar hace una pausa durante los meses del Verano, tomaremos nuestras reflexiones semanales de Para meditar las lecturas dominicales.
Imagen: © Bayard Presse – Grain de Soleil 128 – Illustration: Bruno Pilorget – 2001