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Ascensión del Señor: Lucas 24, 46–53
7.o Domingo de Pascua: Juan 17, 20–26 (Arquidiócesis de Boston, Hartford, Nueva York, Omaha y Filadelfia)
“Jesús los llevó hasta cerca de Betania y, levantando las manos, los bendijo”. –Lucas 24, 50
La Ascensión es una idea importante en la historia de nuestra fe. En el relato del Evangelio, Jesús levanta la vista cuando ora, levanta sus manos para bendecir, habla frecuentemente del cielo o se lo dice una voz sobre las nubes. Él sale de la Muerte en una Resurrección milagrosa. Finalmente, Jesús sale de esta tierra, en una espectacular Ascensión.
Arriba, arriba y arriba. Lo que sucede en el Evangelio es una larga ascensión desde la oscuridad a la fama, desde la humillación a la gloria, desde la muerte a la vida. Al comienzo del relato de Israel, Jacob soñó una vez con una escalera que se alzaba entre la tierra y el cielo. En ella, imaginó multitudes de mensajeros divinos llevando a cabo la voluntad de Dios aquí, allá y en todas partes. A lo largo de la historia, infinidad de creyentes han elevado innumerables oraciones a la presencia de Dios. ¿Quién puede decir que las oraciones que usted reza hoy no pueden levantar a un fragmento del mundo que necesita esperanza?
Haga una lista de las personas o inquietudes por las que reza la mayoría de la gente. ¿Por qué más debe orar la comunidad de fe?
Debido a que El Evangelio en el hogar hace una pausa durante los meses del Verano, tomaremos nuestras reflexiones semanales de Para meditar las lecturas dominicales.
Imagen: Renata Sedmakova/Shutterstock.com