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DE NUESTROS EDITORES – 9 de diciembre, 2018 – 2.º Domingo de Adviento

DE NUESTROS EDITORES – 9 de diciembre, 2018 – 2.º Domingo de Adviento

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Siendo mexicana, mi corazón tiene un lugar muy especial para Nuestra Señora de Guadalupe. Desde niña, aprendí a amarla y a pedirle su intercesión, ya que la sentía muy cercana a mí.  Pero Nuestra Señora de Guadalupe no es solamente la Reina Patrona de México, en 1999 la Iglesia la declaró “Emperatriz de las Américas” y “Protectora de los niños no nacidos”. Cualquiera que se acerque a Ella, recibe su protección maternal.

En 1531, cuando los conquistadores españoles habían ocupado la capital Tenochtitlán y los misioneros católicos trataban de llevar a los indígenas a la fe cristiana,  María se apareció a Juan Diego, uno de los indígenas que ya habían aceptado la fe, y quien fue canonizado por San Juan Pablo II en el año 2002.

Juan Diego comprendió que se trataba de la Madre de Nuestro Señor porque Nuestra Señora de Guadalupe se presentó rodeada de los símbolos que la cultura azteca conocía y veneraba. María apareció parada enfrente del sol, lo que significaba su supremacía sobre este astro que era una de las deidades de los indígenas. Su cabeza y su cuerpo estaban cubiertos con un manto pintado de estrellas, de colores azul y verde, que eran los colores de los reyes aztecas. El rostro de Nuestra Señora de Guadalupe es moreno claro y sus cabellos son negros, pero sus manos muestran algo peculiar: una de ellas es ligeramente más clara que la otra, lo que simboliza la unión de los dos pueblos. Bajo sus manos pueden verse las cintas negras de un cinturón, lo que hace referencia a un embarazo. En la cultura azteca, la media luna es símbolo de Quetzalcóatl, uno de sus dioses más importantes. La Virgen María aparece con la media luna a sus pies, lo que hace alusión a la inferioridad del dios azteca.

María se refería a Juan Diego como “el más pequeño de sus hijos” y le repetía: “No temas, ¿no estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No te encuentras bajo mi cuidado?” Cuando los problemas de la vida cotidiana se vuelven pesados e insoportables, Nuestra Señora de Guadalupe nos invita a cobijarnos en su regazo y a confiar en su intercesión. A lo largo de mi vida, no ha habido una situación en la que no haya encontrado consuelo al apropiarme de sus tiernas palabras.

OREMOS: Que, por intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, podamos encontrar paz y sosiego al prepararnos para recibir a Jesús esta Navidad.

Para enlazarse en vivo a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México y dejar una petición u oración de agradecimiento, haga clic aquí.

 

Imagen: M.MIGLIORATO/CPP/CIRIC

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