Día de los Muertos: una fiesta en la que se celebra la Vida
Aunque tiene sus raíces en la época prehispánica, el Día de los Muertos recibió elementos cristianos después de la conquista y se celebra con Misas y vigilias en parroquias y diócesis en América Latina y aquí, en los Estados Unidos.
Su celebración es el 2 de noviembre, el mismo día que la Iglesia católica recuerda a los Fieles Difuntos, quienes siguen siendo miembros de la Iglesia, hijos del mismo Padre. Esta festividad tiene simbolismos cristianos y se caracteriza por la colocación de coloridos altares en donde se pone el retrato del difunto (que manifiesta la comunión de los santos), la comida que le gustaba (este es un signo de comunión), pan de muerto (que nos recuerda que hoy en la Eucaristía comemos el Pan de Vida), flores de cempasúchil (que es el símbolo de Dios que hace florecer la vida de las almas) y velas (la iluminación del camino para que las almas lleguen a disfrutar de la luz divina). Es una fiesta llena de luz y colores, en la que las familias se reúnen para recordar a aquellos que se adelantaron en el camino a la Vida Eterna.
El P. Rogelio Alcántara publicó un artículo en el SIAME (Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México) en que comparte que un altar de muertos puede recordarnos “hacer por mis difuntos una gran obra de misericordia: orar a Dios Trino por su salvación; hacer una buena confesión y participar en la Santa Misa para ganar por ellos la indulgencia plenaria”.
Es una celebración tan popular en países como México, que hasta en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México año con año se coloca un altar para recordar a los fieles difuntos.
Imagen: Gozamos (CC BY-SA 2.0) via Flickr.com