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Este domingo celebramos a los Santos Pedro y Pablo. Estos hombres son los dos cimientos sobre los que se construyó la Iglesia primitiva. Pedro fue elegido por Cristo para ser la cabeza de los apóstoles, el primer Papa. Durante dos mil años, el sucesor de Pedro como obispo de Roma ha sido el líder de la Iglesia universal. Recientemente hemos sido testigos de la sucesión de este cambio de autoridad al Papa León XIV tras la muerte del Papa Francisco.
Pablo, que en un principio era un perseguidor de la Iglesia, fue derribado en el camino a Damasco y se enfrentó a Cristo por sus acciones contra los cristianos. Cristo lo llamó y le encargó que predicara el Evangelio a todos los gentiles (los que no son judíos). Utilizando su nombre romano, Pablo, fue responsable de llevar la Buena Nueva de Jesús a muchos países y pueblos.
Tanto Pedro como Pablo dieron su vida por Cristo: Pedro crucificado y Pablo decapitado. Ambos murieron alrededor del año 64 d. C. durante la persecución del emperador Nerón. Ellos nos recuerdan que debemos predicar el Evangelio dondequiera que vayamos (como Pablo) respetando la autoridad de la Iglesia (Pedr
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