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El 4 de octubre, la fiesta de San Francisco de Asís, el Papa Francisco publicó su última encíclica llamada Fratelli tutti (Sobre la fraternidad y la amistad social). Esta encíclica es mucho más que un documento de la Iglesia; es un “grito desde el corazón” para que todas las personas de la tierra vean más allá de sus diferencias, trabajen por resolverlas y comiencen a construir un mundo nuevo y en paz.
Utilizando la parábola del Buen Samaritano como modelo, el Papa expone maneras concretas para comenzar este proceso: escucharnos mutuamente, cuidarnos mutuamente, tender la mano a aquellos que no forman parte de nuestra propia cultura y estar dispuestos a entablar un diálogo abierto y honesto. Para lograr todo esto, necesitamos ser como el Buen Samaritano: actuar como un buen prójimo, dejar atrás los muros que nos hemos construido a nuestro alrededor (prejuicios) y arriesgarnos a tener un encuentro con los demás, tal como son.
El Papa Francisco vuelve una vez más a los temas que ha tratado una y otra vez durante su pontificado, es decir, la necesidad de equidad y justicia para todos, la cooperación, el cuidado de los más vulnerables, el esfuerzo por aprender a escuchar y a acompañar a los demás y el cuidado de la tierra que nos alimenta y da sustento.
El Papa finaliza esta carta al mundo con esta oración al Espíritu Santo:
Ven, Espíritu Santo, muéstranos tu hermosura
reflejada en todos los pueblos de la tierra,
para descubrir que todos son importantes,
que todos son necesarios, que son rostros diferentes
de la misma humanidad que amas.
Amén.