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‘La vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea’. –Lucas 12, 15
Dos de mis hermanas han sobrevivido a incendios domésticos. Ellas y sus familias no sufrieron daños, pero ambas perdieron todo lo que tenían. Fue una situación angustiosa, pero ambas admiten que las cosas pueden remplazarse.
Lo que no se puede reemplazar son los álbumes de fotos previas a la computadora, los recortes, cartas de amor, regalos especiales y recuerdos. Duele perder fragmentos del pasado que nos dicen dónde hemos estado y a quién hemos amado. Pero, la vida sigue. En todo el mundo, cada día, las personas pierden cosas valiosas: su hogar, medios de vida, independencia, salud, movilidad. No podemos aferrarnos a nuestros seres queridos, ni siquiera con las manos apretadas con fuerza. Jesús nos exhorta a ser ricos en lo que importa a Dios. San Pablo nos da la lista: fe, esperanza y amor.
¿Qué es lo que más te ha dolido al perder? ¿Dónde está tu tesoro ahora?
Debido a que El Evangelio en el hogar hace una pausa durante los meses del Verano, tomaremos nuestras reflexiones semanales de Para meditar las lecturas dominicales.
Imagen: iStock.com/Zephyr18