El miércoles pasado fui con mi familia al servicio de reconciliación que ofrece nuestra parroquia con motivo de la Cuaresma. Cuando nos bajamos del coche e íbamos caminando por el estacionamiento para entrar a la iglesia, mi hija de 15 años me dijo: “Mami, tengo miedo. No me gusta confesarme”. Yo la vi, le sonreí y le dije: “Vas a estar bien”.
Al entrar al edificio, es necesario pasar por un largo pasillo antes de entrar a la iglesia. En ese pasillo, hay varias puertas para entrar a diferentes salones y un monitor de televisión que, ese día, tenía una imagen del Papa Francisco confesando a un muchacho joven. Junto a esta fotografía, estaban las palabras: “No tengan miedo de la confesión”. Mi hija me vio con una enorme sonrisa y con un brillo especial en los ojos. No me dijo nada, pero estoy segura de que sintió que estas palabras eran para ella.
Al llegar, había una larga fila para entrar al confesionario. Cuando por fin llegó nuestro turno, mi hija fue la primera en entrar al confesionario en donde estaba el Padre Eric, el vicario de la parroquia. Mientras ella estaba adentro, yo le pedí a Dios que le hiciera sentir su misericordia y su amor mediante esta confesión. Después de que los demás nos confesamos, oramos un rato y comenzamos a caminar hacia el carro.
Todavía no salíamos del edificio y mi hija me dijo: “Llegando a casa, voy a hacer mi penitencia”. “¿Pero por qué no aprovechaste el tiempo mientras los demás nos confesábamos?”. Fue lo primero que le dije. “El Padre Eric me preguntó qué me hace feliz y yo le dije que tocar mi guitarra me hace feliz. Entonces, él me dijo que, como penitencia, tocara mi guitarra y le diera gracias a Dios por hacerme feliz”. ¡Qué manera tan hermosa de hacer sentir la misericordia de Dios a una niña de 15 años!
Pidamos a Dios que nos permita experimentar su misericordia en este tiempo de Cuaresma para poder celebrar la Resurrección de su Hijo en la Pascua que se aproxima.
Imagen: Philippe NOISETTE/CIRIC
